Mi principal problema con el estudio de la historia del arte contemporánea, principalmente de la española (porque es más cercana y lejana a la vez, más realista pero alejada de mi realidad), es visceral: la repetición de nombres, el conocimiento de círculos, etc. se me hace una bola terrible. Esa sucesión de relaciones entre amigos raros, listos, cultos, brillantes, que al principio pasan hambre pero consiguen poco a poco ganar influencia, esto es, su hueco en el mercado.
Soy un burro terrible: me siento brutalmente atraído por las relaciones entre filosofía y arte/cultura pero no puedo evitar ciertas sensaciones, enseguida veo chiringuitos que habría que arrasar. Los conceptos me atrapan pero enseguida se me hace muy incómoda la interacción con el mercado: a mí el arte me hace más anticapitalista.
Por ejemplo: siendo un fanático de The Beatles entiendo la figura de Yoko Ono como artista, he entendido el valor de sus primeras performances. No la odio (palabra fea usada hablando de personas) por ser una loca del coño que omnipresente en las última etapa de The Beatles (que es mi conclusión sobre su relación con los de Liverpool), detesto su asalto al mainstream de la mano de un icono pop y, sobre todo, su faceta empresarial.
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