sábado, 20 de abril de 2024

La Caída

 Cuatro personas se disponen a bajar un mueble pesado por una escalera estrecha. La primero y la segunda están acostumbradas a ese tipo de trabajo, realizan ese tipo de actividad de forma profesional, la tercera hace bastante que se retiró, aunque conserva cierto vigor y una fuerte tendencia al mando (pues fue jefe-trabajador) y una última que, aunque esta relativamente en forma, no realiza trabajos físicos, es jefe de personas que hacen trabajos físicos. Comienzan las deliberaciones sobre como abordar la tarea: los dos operarios tienen claro como hacerlo... es más, están seguros de que ellos solos podrían realizarlo pero consideran absurdo desaprovechar la presencia de los otros dos. Finalmente se impone la estrategia de las dos personas acostumbradas a mandar. Empiezan a bajar trabajosamente el mueble pero no está bien sujeto y las personas que intentan moverlo tienen fuerza desigual, así que el tiesto termina cayendo de forma peligrosa por la escalera.

Este no es un alegato contra la democracia parlamentaria... o sí. La discusión entre iguales roza la utopía, la política podría ser, en muchas ocasiones, más un peligro que una herramienta para resolver conflictos. Entre otras cosas en los parlamentos no gana con frecuencia la lógica o la practicidad, es más, ni siquiera se toman decisiones puramente democráticas. Los parlamentos son lugares donde personas poderosas juegan a imponer su criterio. 

Atención que no estoy pidiendo que caigamos en el positivismo extremo, las decisiones conjuntas de los grupos sociales siempre serán imperfectas y no podemos caer en la búsqueda ciega del máximo rendimiento. Pero es que joder, esa maquina podía haberme matado, aún me duran los moratones. 

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