sábado, 6 de abril de 2024

El Tatuaje.

 XX se hace un tatuaje. XX es una persona muy joven pero mayor de edad, eso sí, desde el punto de vista de quien escribe, bastante inmadura. El tatuaje es, si nos centramos en la técnica, bastante cuestionable, pero a fin de cuentas se trata sólo de unas letras, el nombre de una persona muy querida para ella que está pasando una mala racha, una muestra de cuanto la quiere y apoya. Se puede argumentar que usa un enfoque artístico kitsch o que busca la originalidad de la sencillez, por ejemplo. El lugar donde se lo ha hecho también es un poco raro... en fin, no termina de encajar como elemento estético.

Mi primera reacción _aunque primero quiero dejar muy claro que todo esto que voy a contar ha sido privado y que no contenía ningún tipo de interpelación moral, psicológico o estético a esa persona, esto es, no le he cuestionado, le he pedido explicaciones o censurado_  ha sido lamentar la decisión de tatuarse. Una persona como he dicho antes , joven y, en mi opinión, inmadura, lanza una expresión al mundo, pero lo hace de forma, en principio, definitiva. Las circunstancias pueden cambiar y el mensaje puede perder todo su valor. Un ejemplo, en España 136 padres llamaron Daenerys a sus hijas (el recuento es de 2008, aunque, como veremos justo ahora, dudo que haya aumentado). Daenerys Targaryen es, recordemos, un personaje de una serie de novelas bastante éxito del escritor GRR Martin cuya adaptación para TV recibió una difusión masiva. Pues bien, los personajes de Martin contienen cierta complejidad interior, el escritor disfruta creando personajes con muchos claroscuros, con motivaciones propias no siempre muy definidas, a los que pone en situaciones moralmente comprometedoras y de los que gusta mostrar reacciones muy, muy, insisto, muy reprochables. Daerys esperó a los últimos capítulos para abandonar un camino de heroína (que quizás nunca había estado recorriendo pero que muchos televidentes no supieron apreciar) y su nombre dejó de ser sinónimo de resiliencia, fuerza y emancipación, y pasó a ser nada menos de el asesinato de masas.

Mi segunda reacción (es una forma de hablar, una no fue tras la otra, de hecho esta segunda seguramente reforzó y fue fuente a la vez de la primera) fue cuestionarme, por los motivos que indiqué mas arriba, el valor estético del tatuaje en si. Esto me ha hecho reflexionar mucho sobre como proyectamos en los otros nuestros propios valores. Parece que tengo claro el canon al que me gusta que se ajusten las cosas y las juzgo con respecto a ellas. Exijo cierto nivel de calidad en según que cosas, siempre de acuerdo a ese mismo canon. Pero la experiencia vital de esa persona, corta o larga y su reflexión e interiorización de sentimientos y sensaciones es suya, personal, única, igual que la mía: yo soy sólo una, según una estimación que hizo el MIT, de las cinco mil personas con las que interactuará a lo largo de su vida. Además, mi propio forma de adoptar ese canon evoluciona, así que hablamos de mi interpretación a algo en un momento concreto. El propio canon no es algo que me venga impuesto de fuera, ciertamente está condicionado por el contexto social e historia personal, pero es parte de la construcción de mi propia realidad. Las variables son tantas que me llevan o a un individualismo casi radical, o a la indiferencia... y eso es algo muy diferente a lo que yo considero, comunicación y, finalmente, Arte.

Hay una tercera reacción: la sensación de que la elección del estilo y ejecución estaban supeditadas a la cantidad de dinero a asignar al trabajo de creación y al tiempo de ejecución. Que no hay una reflexión profunda, que es un mensaje muy básico, que todo haya sido un breve chispazo con resultados eternos (en cuanto a su duración de toda una vida) y muy poca repercusión vital. 

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