Lo que está claro es que la edad contemporánea se caracteriza, entre otras muchas cosas pero principalmente, por la aceleración: aceleración en el crecimiento demográfico, aceleración en el desarrollo técnico, aceleración económica, aceleración social. Las migraciones se aceleran, el comercio se acelera, las ciudades crecen a ritmo acelerado y la economía (el movimiento económico, el movimiento de capital) adquiere cada vez mayor velocidad. Pero es imposible que todos aceleren a la vez, tampoco estamos en el mismo punto de partida de la carrera ni estamos hablando de una competición deportiva con reglas claras y limpias que todo el mundo respeta. De la tensión entre los que se resisten a acelerar, normalmente porque ya tienen poder y están apoltronados en él, los que no pueden, porque son pobres, no pueden competir, es más, no están invitados a la competición, y los que sí pueden, quieren y necesitan que los demás sigan el ritmo, surgen chispas que inflaman las Revoluciones.
Inflamar: verbo transitivo
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