El programa es una aproximación fallida a su figura, un intento de rehabilitar su figura injuriada que, primero, debería ser innecesaria porque a estás alturas los motes de reyes son referencias pintorescas, lo normal debería ser el desuso, pero es que además aporta argumentos torpes poco concluyentes. Lo que podía haber sido una lección sobre propaganda, bulos, buena praxis en la investigación histórica e historiografía queda en una apología buenista de una figura de la que aprendemos poco.
Los historiadores se quejan con demasiada frecuencia de la persistencia de tópicos. Es cierto que muchas veces los discursos ricos y matizados chocan con gigantescos muros de mala cultura popular y mala historia pero ese es el trabajo real de la academia: facilitar que se alcance la verdad (o lo más cercano esta) y que esta nos alcance a todos.
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