La medianía, especialmente en literatura, es bastante agotadora. Leer requiere una inversión de tiempo y energías un poco mayor a ver cine y yo ya hace tiempo que me cansé de ver cine obvio, previsible, intrascendente, así que me está costando horrores conseguir el entrenamiento, la disciplina, para leer historias. Sí leo ensayo, sí leo poesía. El ensayo me prepara para cosas, me da que pensar, con la poesía he adquirido cierto hábito y, me relaja y excita en mí un tipo de imaginación instantánea. Con la narrativa enseguida empiezo a pensar en lo intrascendente que es lo que se está contando, lo poco que me aportan los personajes.
Empecé una especie ciclo de obras sobre la cultura americana: una biografía de Dolly Parton, otra de Johnny Cash, un ensayo sobre Charles Manson, una de las novelas de Kerouac, una novela reciente de cierto éxito sobre la infancia américa profunda "a lo Dickens" ambientada en los años noventa.
Vamos por partes, siguiendo el orden: el personaje de Parton me interesa mucho y sí puede servir para comprender algunas cosas de la cultura popular pero la biografía de Beatriz Navarro me resultó un lamentable intento socialdemócrata de quedarse con la parte buenrollista (y por algún motivo, incluida automáticamente en el centro político).
La biografía de Cash de Robert Hilburn se centra principalmente en el propio cantante y en su música. Es una narración de sus aciertos y desaciertos, pero hay poco análisis psicológico y casi ninguno social. Quizás al principio, al hablar de sus primeros años... pero luego cae en una monótona narración de sus problemas con las drogas, el desastre personal que produjo en su entorno y la sucesión de discos en una irregular carrera artística. Sobre los adictos y sus gilipolleces un día me explayaré, supongo que dentro de no mucho, porque tengo mucho que decir. SÍ resulto muy interesante el ensayo sobre Manson de Iñaqui Domínguez porque aborda el personaje en clave sociológica y antropológica: es un libro agresivo, algunas veces roza la descripción distópica, pero eso no es malo en sí.
Keurac me parece un gilipollas que escribe muy bien. Disfruto de sus libros tanto como lo detesto a él, me resulta muy difícil sacar conclusiones racionales así que no sé... y Demon Copperhead, de Barbara Kingsolber me pareció plana, mal escrita (aunque, y supongo que de ahí su relativo éxito, fácil de leer) y aburrida.