viernes, 27 de septiembre de 2024

REvolución

 Lo que está claro es que la edad contemporánea se caracteriza, entre otras muchas cosas pero principalmente, por la aceleración: aceleración en el crecimiento demográfico, aceleración en el desarrollo técnico, aceleración económica, aceleración social. Las migraciones se aceleran, el comercio se acelera, las ciudades crecen a ritmo acelerado y la economía (el movimiento económico, el movimiento de capital) adquiere cada vez mayor velocidad. Pero es imposible que todos aceleren a la vez, tampoco estamos en el mismo punto de partida de la carrera ni estamos hablando de una competición deportiva con reglas claras y limpias que todo el mundo respeta. De la tensión entre los que se resisten a acelerar, normalmente porque ya tienen poder y están apoltronados en él, los que no pueden, porque son pobres, no pueden competir, es más, no están invitados a la competición, y los que sí pueden, quieren y necesitan que los demás sigan el ritmo, surgen chispas que inflaman las Revoluciones. 

Inflamar: verbo transitivo

Encender algo que arde con facilidad  desprendiendo llamas inmediatamente. Usado también como pronominal.
(R.A.E.)


jueves, 26 de septiembre de 2024

 La medianía, especialmente en literatura, es bastante agotadora. Leer requiere una inversión de tiempo y energías un poco mayor a ver cine y yo ya hace tiempo que me cansé de ver cine obvio, previsible, intrascendente, así que me está costando horrores conseguir el entrenamiento, la disciplina, para leer historias. Sí leo ensayo, sí leo poesía. El ensayo me prepara para cosas, me da que pensar, con la poesía he adquirido cierto hábito y, me relaja y excita en mí un tipo de imaginación instantánea. Con la narrativa enseguida empiezo a pensar en lo intrascendente que es lo que se está contando, lo poco que me aportan los personajes. 

Empecé una especie ciclo de obras sobre la cultura americana: una biografía de Dolly Parton, otra de Johnny Cash, un ensayo sobre Charles Manson, una de las novelas de Kerouac, una novela reciente de cierto éxito sobre la infancia américa profunda "a lo Dickens" ambientada en los años noventa. 

Vamos por partes, siguiendo el orden: el personaje de Parton me interesa mucho y sí puede servir para comprender algunas cosas de la cultura popular pero la biografía de Beatriz Navarro me resultó un lamentable intento socialdemócrata de quedarse con la parte buenrollista (y por algún motivo, incluida automáticamente en el centro político). 

La biografía de Cash de Robert Hilburn se centra principalmente en el propio cantante y en su música. Es una narración de sus aciertos y desaciertos, pero hay poco análisis psicológico y casi ninguno social. Quizás al principio, al hablar de sus primeros años... pero luego cae en una monótona narración de sus problemas con las drogas, el desastre personal que produjo en su entorno y la sucesión de discos en una irregular carrera artística. Sobre los adictos y sus gilipolleces un día me explayaré, supongo que dentro de no mucho, porque tengo mucho que decir. SÍ resulto muy interesante el ensayo sobre Manson de Iñaqui Domínguez porque aborda el personaje en clave sociológica y antropológica: es un libro agresivo, algunas veces roza la descripción distópica, pero eso no es malo en sí.

Keurac me parece un gilipollas que escribe muy bien. Disfruto de sus libros tanto como lo detesto a él, me resulta muy difícil sacar conclusiones racionales así que no sé... y Demon Copperhead, de Barbara Kingsolber me pareció plana, mal escrita (aunque, y supongo que de ahí su relativo éxito, fácil de leer) y aburrida.  

   

Sex and the City

 ¿Qué opino de Sex and the City? Pues en general me gusta, pienso que es una serie con buenas interpretaciones y excelentes guiones. Pienso que muchos de sus capítulos son interesantes y que, vistos en corto, al detalle, las tramas sí contienen cierto análisis de la feminidad. Lo que pasa es que si ampliamos el rango enseguida caemos en la cuenta de que uno de los factores que más influyen en las relaciones humanas prácticamente no es tenido en cuenta: el dinero. Las protagonistas pueden afrontar su feminidad desde una posición muy cómoda, algo para nada ampliable a la gran mayoría del público que ve la serie, así que no puedo considerarla más que un producto de entretenimiento un poco vano que, eso sí, puede ser punto de partida para algunas reflexiones. Pero no creo que sirva como referencia de posiciones políticas realmente útiles. 


lunes, 16 de septiembre de 2024

El Mote.

 Escucho un podcast de la UNED sobre la Juana de Castilla, la hija de Enrique IV en teoría heredera al trono, desplazada por Isabel I, la Católica. A Juana se la injuriaba con el sobrenombre de "la Beltraneja", pues la disputa de intereses llevó a los opositores de su padre (o más bien, del grupo de poder alrededor de este) a negarle el derecho al acceso al trono por no ser realmente, si hacemos caso a sus opositores, hija del rey sino de su balido Beltrán de la Cueva. 

El programa es una aproximación fallida a su figura, un intento de rehabilitar su figura injuriada que, primero, debería ser innecesaria porque a estás alturas los motes de reyes son referencias pintorescas, lo normal debería ser el desuso, pero es que además aporta argumentos torpes poco concluyentes. Lo que podía haber sido una lección sobre propaganda, bulos, buena praxis en la investigación histórica e historiografía queda en una apología buenista de una figura de la que aprendemos poco.

Los historiadores se quejan  con demasiada frecuencia de la persistencia de tópicos. Es cierto que muchas veces los discursos ricos y matizados chocan con gigantescos muros de mala cultura popular y mala historia pero ese es el trabajo real de la academia: facilitar que se alcance la verdad (o lo más cercano esta) y que esta nos alcance a todos.   



jueves, 12 de septiembre de 2024

El Debate: conjurando el terror.

 Un rato, unos escasos minutos en realidad, bastaron para comprobar el bajo, bajísimo, paupérrimo nivel del debate político público en EE.UU. Ha sido una experiencia terrible, la verdad es que me ha asustado: recordemos que se trata de la confrontación de ideas de las dos personas que aspiran a dirigir un país con la capacidad de destruir todo el planeta, cuya marcha e intereses influye decisivamente en nuestras vidas cotidianas.

Hagamos un esfuerzo imaginativo, una especie de ejercicio de política ficción y reflexionemos partiendo del supuesto de que las democracias representativas occidentales, también la norteamericana, son... pues eso, democracias representativas y funcionan como tales. En tal caso lo mostrado anoche, 11 de septiembre, una fecha que debería haber intimidado a las televisiones, a los periodistas, al público y a los propios candidatos, lo que vieron millones de personas fue un terrible y evidente síntoma de enfermedad en el sistema. Que se debata públicamente en semejantes términos y nadie se sonroje me llevan a las siguiente conclusiones.

* Los candidatos son estúpidos. El sistema funciona porque el gigantesco aparato capital-estado funciona (a su manera) igualmente. No necesita ser ni remotamente efectivo, al menos a corto plazo.

* Los televidentes son idiotas y/o los medios/los políticos creen que lo son.  La política norteamericana necesita, quizás por mantener la ficción, quizás por apego al ritual, ese tipo de espectáculos y los candidatos se prestan a ello, y cuidado con parecer demasiado inteligente o aburrir al público. Este está acostumbrado a que le exijan poco, así que queda contento. 

* La prensa comparte ese nivel. Ese ritual del que hablaba en el punto anterior además vende: tiene tremendas audiencias, la hace participe prensa del juego de poder. Más aún políticos y medios mediocres pueden ofrecer poco y/o consideran que ofrecer poco es más fácil, seguro y barato.

Charlie Kirk