He visto tres reacciones a un polémico monólogo centrado en tópicos sobre gitanos y payos. Que me parecen interesantes:
1 como ganar la partida en la vida real es muy difícil nos enfrascamos con la ficción, las artes, el humor etc, y así estamos perdiendo la perspectiva porque es más fácil gritar indignados en las redes sociales que educar. Admitamos primero esas cosas a alguien bien educado le hacen poca o ninguna gracia.
2 el lenguaje define el marco del debate político. El racismo es dañino para la sociedad, normalizarlo es su triunfo, banalizarlo es recorrer un camino peligroso.
3 "el friki de las gracias no es capaz de decirme eso a la cara, en la calle". En este podemos discutir eso de los límites del humor ¿un insulto es un chiste? Porque un insulto es una agresión, si estás dispuesto a agredir debes asumir que estás entrando en terreno peligroso del que puedes salir mal parado. No vale pasarte tres pueblos y luego quejarte de que la gente se está pasando tres pueblos. La tele no es una realidad aparte, así que igual que en el mundo igual que existe el racismo y tú con tus tonterías lo trivializas, hay gente que te da una tontería de ostia porque no le han gustado tus mierdas racistas.
La tercera opción me parece digna de explorar porque tiene que ver con el poder: tú te crees en situación de poder tratar de forma humorística temas peliagudos sin consecuencias (para ti). Pero en el mundo hay quien cree que podría darte una buena paliza sin consecuencias para él.
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